¿Cómo resucitaron los habitantes de este pueblo? -

La pregunta sería más bien '¿quién?'. En la isla de Nagoro ha ocurrido un suceso demasiado extraño que merece toda tu atención. Adelante, haz clic en las imágenes para descubrir poco a poco esta historia única. 

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Tsukimi Ayano - La chica tuvo que trasladarse a Osaka cuando aún estaba en el colegio y allí permaneció para casarse y tener hijos. Pero cuando Ayano volvió a su pueblo de origen en 2003 para cuidar de su padre, se encontró con un panorama especial. 

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¿Dónde está todo el mundo? - El pueblo solía tener unos 300 habitantes, aunque ahora se mantenga sólo con menos de 40. La mayoría de los residentes tuvieron que emigrar hace mucho tiempo, como Ayano. 

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Comunidad envejecida y desapareciendo - Puesto que los únicos que se quedaron en él fueron padres y abuelos, su diminuta población hoy en día está demasiado envejecida. 

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La solución - ¡Fue entonces cuando a Ayano se le encendió la bombilla!

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El primer muñeco - Su idea: hacer muñecos. Al principio, surgieron como una especie de espantapájaros que ahúyentaban a las aves de su jardín. 

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Homenaje a su padre - La gente empezó a reaccionar ante estas figuras y ella hizo entonces uno a semejanza de su padre, como si todavía le recordase por el campo.

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Y continuó... - Ayano comenzó a hacer más: hombres, mujeres y niños que se parecían a los que antaño habían habitado el pueblo. 

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Y aún sigue - Las famosas 'marionetas' hechas a mano forman parte ya del paisaje más profundo. 

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Todos son un homenaje - Cada muñeco que Ayano ha creado, recuerda específicamente a algún residente local. 

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Más figuras que habitantes - De hecho, hay 10 más que humanos viviendo allí ahora mismo. Aunque parecen terroríficos, la gente parece haberse acostumbrado a convivir con cientos de ojos-botones mirándoles.

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350 muñecos grandes - A primera vista, Nagoro parece no haber perdido a sus habitantes. ¿Parece una familia, verdad? Son más muñecos de Ayano. 

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En el campo - Tampoco estos son personas, sino más figuras que decoran el paisaje rural. 

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Escuela cerrada en 2012 - El centro educativo se mantiene sólo con dos estudiantes y un profesor. ¡Y un montón de amigos de tela!

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Gran producción - Ayano utiliza telas nuevas, retales, alambres... Todo lo que se le ocurre para fabricar cada día algún nuevo 'señor'. 

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No son permanentes - Lo cierto es que 'viven' menos que los humanos, ya que se estropean enseguida y los factores climatológicos también les afectan. Permanecen de pie durante un máximo de 3 años más o menos. 

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Muñeca de sí misma - Como buena artista, Ayano ha realizado una figura sobre sí misma sentada a la mesa con una taza de té. 

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No sólo este pueblo - En cuanto a los muñecos sí, no hay ningún otro lugar así. Pero si hablamos del hecho de emigrar del pueblo a la ciudad para sobrevivir y prosperar, entonces debemos decir que sí hay muchos casos en Japón. 

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Universo japonés - Los números rojos de esta población han ido decayendo cada vez más a lo largo de la última década. 

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Una realidad extraña - Reconocemos que los muñecos, vistos de cerca y aumentando, resultan un poquito extraños. 

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La intención de Ayano - En un documental titulado 'The Valley Of Dolls,' Ayano afirma que su intención era reavivar el lugar con homenajes a sus habitantes. 

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No son lo que piensas - La señora admite que no hace sus muñecos por sentirse sola y que tampoco los ve como una obra de arte ni mucho menos. 

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Simplemente... - ... le gusta hacerlos y la mantienen feliz en el pueblecito del silencio. 

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¡También les habla! - 'Todas las mañanas los saludo', afirma Ayano. Pese a que, obviamente, no recibe respuesta alguna, ella continúa haciéndolo por mero respeto. 

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¿Qué es lo peor? - Para ella, lo más complicado son las expresiones faciales que tienen que ser personales y únicas en cada muñeco. 

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No quería asustar a nadie - En su documental, Ayano expresa abiertamente que no quiere asustar a nadie ni que sus figuras creen un espacio horroroso. 

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Pueblo muy presente - Algunos muñecos en la entrada del pueblo están colocados estratégicamente para atraer a los más curiosos que lo deseen visitar. 

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¡Y funciona! - El gobierno regional ha preparado un festival anual (cada octubre) para que la gente admire los muñecos de Ayano en sus más diversas formas. 

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No tiene miedo a morir - Lleva 90 minutos ir desde Nagoro hasta el hospital más cercano, pero Ayano no piensa en eso sino en morir directamente algún día allí, en el pueblo. Incluso bromea con el hecho de 'vivir eternamente' gracias a su técnica.

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